Para descansar un poco de la
política, la economía y los boletines oficiales, vuelvo a centrar mi atención
en un más entrañable y poético mundo natural.
Con la sensatez que le dan sus casi trece años (equivalentes a unos ochenta para un ser humano), mi perro mayor decidió esta mañana quedarse en casa. Pero los otros desafiamos el calor y salimos a dar nuestro paseo de cada día.
Son algunas de las cosas tan buenas que tiene esta
montaña: sus muchos caminitos a la sombra, bordeados de muros de piedra, además
de los arroyos, charcos y pozas por los que uno pasa, y que invitan a pasear en
cualquier época del año.
Y otra vez digo: me siento
afortunada de vivir en un sitio tan bello.
(Lena)
Atila y Mou dicen: ¡Yo también quiero!
ResponderEliminarImágenes muy bellas, Lena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Bosse. Me alegro mucho de que sigas nuestro blog. Pondré más fotos.
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