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martes, 1 de septiembre de 2015


....nuestro hombre entró en el bar, dispensó un par de saludos rápidos, y como siempre, intentó refugiarse en un lugar apartado.

En el bar ya lo conocen, así que apenas le vieron entrar, sirvieron un vino de la casa con unas aceitunas, y lo dejaron sobre la barra.

Esta vez, como cualquier sábado de agosto,  no lo tuvo fácil para encontrar su sitio, pero, transcurridos unos minutos, y de forma repentina, alguna gente se movió hacia las ventanas que dan a la plaza, y otra prefirió salir afuera.

Alguien se había encaramado sobre la escalera del ayuntamiento y utilizaba un altavoz para hablar  con la gente; muchos portaban unos carteles que parecían idénticos.

"...ahora lo recuerdo, son los que reclaman contra el desmadre ese, o como se llame, ayer pasaron, seguro que con ese mismo altavoz, anunciando lo de hoy, y claro, el que habla es..."

En el bar, algunos, comenzaron con los comentarios habituales, esos que vienen repitiendo desde el principio de los tiempos;; pareciera, que el primer comentario de este tenor, realizado por la primera persona que lo profirió, decía, pareciera que fue capturado en ese instante por algún extraño mecanismo que lo repite de forma periódica, cuando algunas personas se atreven a cuestionar el orden establecido por los que mandan. . También se podría pensar que alguna persona influyente dicta una consigna que es repetida como un "eco", por algunos de sus aduladores y/o beneficiarios.

"Pero quién se cree este mamarracho para venir a darnos lecciones..., a ver si lo empapelamos por generar alarma social..."

"!Venga ya¡, !hay que joderse¡, !!!hay¡¡¡ !!!qué¡¡¡, !!!jo¡¡¡, ¡¡¡derrr¡¡¡, !!!se¡¡¡, ..., como siempre, los de fuera son las que más piden, y no se enteran que esto fue siempre así...."

"Lo que necesita este pringao, es un par de mamporrazos bien dados...".

Nuestro hombre decidió que ya había escuchado demasiado, y dando muestras de su prudencia habitual, prefirió irse del bar, para no tener que decirle a alguno que el también era del pueblo, y que como tantos otros, estaba cansado de que cada año la cosa vaya a peor.

¿ Para qué gastar palabras?.

Cuando estaba abriendo la puerta para salir del bar, un hombrecillo, con la cara congestionada y los ojos encendidos por la ira, estaba gritando:

¡Vete a tú país¡, ¡Ve! !te¡, ¡a tú país!

Lo dejó a un lado, en un estado febril y pavoneándose  frente a los de su cuerda -después de todo había cumplido con la perenne consigna-, y comenzó a caminar en dirección a su casa.

Al rato, cuando se acercaba a la iglesia, se acordó del oscuro hombrecillo.

"El del altavoz me comentó un día, que algunas veces, cuando lo ve a la distancia, le gusta imaginarlo como uno de esos duendes buenos que le hacían tanta ilusión de niño, cuando paseaba por el monte en aquél campo de Micheo. o Nicheo o como se diga., le ayudaba a protegerse del miedo que sentía a esa hora de la siesta, cuando, ante cualquier chasquido, pensaba en el hombre del saco, el sostiene, que una de las lecciones más dolorosas de la vida, es que no "hay gente buena y gente mala", asunto que simplificaría mucho todo, sino que hay contextos y situaciones donde la gente se comporta de forma injusta y mezquina y que en otros contextos esa "misma" gente se podría comportar-y a veces se comporta- de forma generosa y desprendida......, pero yo no soy tan romántico, a este le gusta mucho darle al palique y a veces fabula y teoriza demasiado, como alguien que no ha sufrido la injusticia "de verdad", en carne propia, la diaria y machacona injusticia que cayó sobre los perdedores, y quizás por ello me pregunta tanto por los motivos que emigraron mis padres a Francia,  tampoco conoce  lo de aprender desde chico a tomar recaudos y a veces ser algo obsecuente con alguna gente, quizás tenga en parte razón , pero nunca se tuvo que ceñir "a lo que hay", ......y en cambio a mi me recuerda más a alguno de esos brutales, oscuros y trágicos personajes faulknerianos o a esos cerriles y embotados personajes de Benet, o de Baroja, pero, no, no, de duende, nada de nada..."

Al pasar junto a la iglesia, miró hacia el cielo, con un gesto, que, a pesar de todo, parecía un ruego:

"Señor, perdónalo, no sabe lo que dice".


(Fragmento previsible, que reproduce unos hechos poco novedosos aunque siempre desasosegantes, perteneciente al trigésimo cuarto capítulo del siempre inacabado y fragmentario libro, "Famiglia e Omertá").



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