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domingo, 7 de julio de 2013

Debates

Como yo no soy tan ejemplar como Gonzalo, que suele contestar a la mayoría de los comentarios directamente, he dedicado alguna hora de esta tarde calurosa a releer y “analizar” los debates que han surgido en nuestro blog este último mes. Sobre todo me he fijado en los comentarios críticos, o contrarios a lo que nosotros hemos expresado aquí.

Algunos de ellos (anónimos o firmados) han tratado con argumentos cuestiones complejas como hasta qué punto un dueño de un establecimiento sea responsable a ( o pueda controlar) lo que hacen los clientes dentro o en las inmediaciones de este, o si es justificable publicar denuncias antes que la “justicia”- las autoridades - se hayan pronunciado. Nos parece bien que haya debates serios sobre estos temas.

Lamentablemente, los comentaristas que se esfuerzan por razonar han sido más bien la minoría. Porque luego ha habido muchos “argumentos” que yo pienso que no merecen tal nombre. He intentado resumirlos aquí, como ejemplos de hábitos que dificultan la comunicación y hacen esteriles a los debates:

- Las interpretaciones malintencionadas: a veces se han atribuido opiniones a una persona que él o ella nunca ha expresado: por ejemplo, ni Gonzalo ni yo, ni tampoco Isidoro nunca hemos animado a la gente a no ir a determinado bar. Y cuando Gonzalo escribió un texto general sobre la droga, rapidamente se le acusó de “defender” el cultivo y consumo de marihuana.

- Las descalificaciones: Algunos Anónimos piensan que somos personas “cerradas de mente” e “ignorantes” (aquí dejo fuera las descalificaciones aparecidas en los comentarios eliminados). Ahora bien, los que han escrito esto poco han hecho para aportar algún dato o información que pueda remediar esa ignorancia.

- La tendencia de personalizar en lugar de hablar de una cuestión concreta: El decir que una persona es “buena” o “mala” no aporta mucho al debate. Tampoco debería importar si es “de aquí”, o “de fuera”, si tiene una familia grande o no, o su edad, si es deportista, etc. Lo que quisiéramos es que se debatiera cómo organizar las cosas en el pueblo, qué tipo de turismo interesa, cómo mejorar la convivencia y la democracia, etc.

- La resignación excesiva, la pasividad que se expresa en las opiniones de que “no se puede hacer nada”, y de que “todos los pueblos son iguales a Navaluenga (...) con consumo masivo de alcohol y drogas. (...) El pueblo no da para más”.

Hemos recibido varias quejas por no ser “imparciales”, y por “dar órdenes”. Y aunque Gonzalo ya las ha contestado, quiero que ahora esto quede claro: esto es un blog personal, y los que lo hacemos tenemos nuestros valores y convicciones aunque invitamos a la gente a que expresen sus ideas respetuosamente y lo más claramente posible. A una autoridad  u organismo pública se le puede (y debe) exigir que sea imparcial, neutral, pero pretender que los creadores de un blog no expresen sus opiniones personales creo que es ilusorio. Hemos elegido practicar nuestro derecho a la libertad de expresión, pero no estamos en posición de “dar órdenes” a nadie

También se nos ha dicho que creamos debates donde no los hay y que no hacemos más que quejarnos y que tenemos una severa obsesión con los anónimos. Y si, queremos crear debates públicos en lugar de contentarnos con  quejas entre amigos (o discusiones entre “enemigos”), y a veces me obsesiona un poco la pregunta de por qué la mayoría de las personas prefieren esconderse detrás de un “anónimo” en lugar de responsabilizarse de sus actos y de sus palabras. A parte de las críticas que expresamos en el blog, creo que también resaltamos bastante lo que nos gusta a cada uno, y lo que valoramos lo suficiente para haber eligido vivir aquí.

En resumidas palabras, para mí un buen debate es una conversación en la cual todos los participantes acepten que pueda haber diferentes puntos de vista, y se esfuerzen por expresarse lo más claramente que puedan a la vez que sepan pararse a escuchar a los otros e intentar entender correctamente lo que cada uno quiere decir.


(Lena)

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