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sábado, 8 de octubre de 2016

Hasta el próximo café



Nada me gustaría más que escribir un artículo redondo y bien trabado que superase la habitual medianía de los que suelo publicar en este blog, pero ya antes de comenzarlo, y en estos mismos momentos en que escribo las primeras letras, soy consciente del indefectible fracaso al que mi anhelo está abocado.

En mi caso, la emoción y la pluma no hacen buena yunta. 

Diría que son como los surcos de mi huerto, en lugar de "ir yuntos", tercamente se bifurcan, ni la azada ni la pluma, en fin, merezco el desgarrador grito del abuelo de Paco Gómez en "Los Modlin":

¡¡¡Sapo!!!.

Pero no es solo la emoción, no solo es eso, también está la necesaria distancia que debo establecer con el "personaje". que a la vez es "mi amigo", y están también los años no compartidos, conocidos solo en parte y por mentas , y las trampas en que puedo caer al trasladar al Isidoro Román que he conocido durante este tiempo-...si es que se puede conocer a alguien, y más en el caso de una personalidad tan cercana pero también, de alguna manera, algo inasible como la de Isi...- al de sus primeros años en Navaluenga.

Como "afinar" con aquel Isidoro Román que irrumpió como un ventarrón de aire fresco en la rancia política local, y como imaginar las primeras expresiones de sorpresa que rápidamente trocarían en rabia y en un postrer odio- ¿en un postrer odio?-, reflejadas en los rostros de los adocenados caciquillos de turno.

La osadía de Isidoro, la medida e inteligente osadía donde se desenvolvía con una gran naturalidad.

Intento evocarlo en aquel acto-o era una celebración litúrgica, o...- en el que siendo ya concejal, se presentó con una bandera republicana desfilando entre la manifiesta hostilidad de muchos de los presentes, y ante la atónita mirada de todo el mundo-...y la mía de ahora...-, lo imagino recibiendo las pueriles pataditas de alguno, y el pretendido insulto de algún otro, "!rojo¡,! rojo¡ ...", y no puedo evitar una sonrisa al imaginarlo caminando con la misma naturalidad con la que otros damos un paseo por el río.

En este sentido tiene un cierto parecido a algunos de los personajes Fernando Fernan Gómez, con esa mezcla "insólita" de solemne, impávida y burlona provocación, aunque en el caso de Isi siempre con el noble objetivo de "abrir" la política y de hacerla más justa.

Intuyo que muchos, más allá de que se identificasen o no, en este caso con la bandera republicana, agradecían su voluntad de reivindicar la existencia de otros mundos, miradas o relatos, diferentes al de la la cínica casta imperante- ...en esa época alguno desfilaba con mirada devota junto a la Vírgen pero solo sentía devoción por unos sucios billetes...-.

Pero siendo importante  este carácter valiente y necesariamente provocador para unos caciquillos acostumbrados al corrompido clima político vernáculo, también lo era y lo "es", la increíble capacidad de trabajo de Isidoro Román.

Todavía puedo ver la tenue luz reflejada en la ventana de su mesa de trabajo a las cuatro, cinco o seis de la mañana, mientras Isi prepara una moción para el pleno, o investiga una laberíntica red de sociedades donde los golfos esconden el dinero robado-...se de alguno, que todavía hoy, no duerme tranquilo...-., pero ya me referiré a su labor política en otro momento.

Como les decía al principio, no transito bien por la escritura cuando, sin ser invitada,  se cruza la emoción, así que al igual que esos entrenadores mezquinos, intentaré amarrar la poca ganancia proyectada, con un par de afirmaciones que desarrollaré en la continuación de este artículo.

La primera, es de una obviedad aplastante, y la segunda, solo puede resultar paradojal en una primera mirada:

"Isidoro Román es la personalidad política más importante de Navaluenga en los últimos veinte años".

Alguien podría alegar que frente a una clase política dominante aplastada por el más rancio, corrompido y mediocre caciquismo no era tan difícil destacar, y que cualquiera que hiciese política de verdad, en lugar de solo administrar la "dulce, perenne,  y clientelar decadencia", tendría notoriedad.

En primer lugar, yo le respondería que Isidoro podría haber elegido destacar entre los administradores de "dulce, perenne,  y clientelar decadencia", vivir con la panza caliente, "y ríase la gente", en vez de exponer su éxito comercial y su tranquilidad personal y familiar, solo "porque sí", solo porque es un tipo noble, pero siendo esto importante, hay otras muchas razones por las que Isidoro Román Cuesta es una personalidad de gran valía aquí y en otros lares.

Pero continuaré en otro momento, en fin, solo para esta ocasión he intentado emular a Isi escribiendo a altas horas de la madrugada, pero ya toca dar una cabezada.



(Continuará...)

Gonzalo Quiroga Arzeno.


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