El hombre subió la montaña de residuos y restos de poda, y tuvo la sensación de estar en un sitio en el que nunca había estado.

La belleza del vuelo geométrico de las cigüeñas, " cuanto tiempo podrán estar dando esas vueltas", las perladas nubes que se agarran a la sierra y las distintas tonalidades de sus blancos y sus grises, "como la vida misma", y el misterio del río que discurre siempre distinto " cuanta mierda soporta, y sin embargo cuanta belleza nos regala".

Por un momento pareció olvidarse del motivo por el cual se había encaramado en esa montaña de basura, hasta que escuchó el motor de un coche, y luego vio unos hombrecitos que se movían por el paraíso artificial del campo de golf.

Comenzó a indignarse, recordó las"ínfulas salvapatrias"  de un guardia civil que sin embargo rara vez denunció este atropello a todo lo bueno que tenemos en esta tierra y que tan colega se muestra con el caciquillo local, se lo ocurrió pensar en los dibujos que cuelgan de las paredes de los colegios, cuando a los niños les encargan pintar su pueblo o su patria- su "matria"-, llenos de garabatos coloreados, de montañas, ríos, árboles y animales, intentó calmarse, su mirada planeó por esa inmensidad ajena a todo, pero cuando esta volvió a reposarse en los hombrecitos que se paseaban tranquilamente por ese campo manchado por unos golfos que se rieron de sus paisanos, cuando imaginó que ahí se encontraba el principal urdidor de ese y otros robos, y que este finalmente se irá de "rositas", ya no aguantó más:



¡¡¡ CABROOOOOOONEEES ¡¡¡




Como única respuesta, resonó, lejano, el rebuzne de un burro.




( Fragmento encontrado en el capítulo quincuagésimo cuarto del siempre inacabado, y algo desasosegante  libro, "Famiglia e Omertá" ).