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jueves, 5 de junio de 2014

El Numa vive...


... está entre nosotros, y de alguna manera todos formamos parte de él.

Este personaje de Juan Benet, que tiene algo de guardián y de criatura mitológica, continúa encaramado en algún afilado risco en las estribaciones de la inhóspita sierra de Mantua, para vigilar que nada altere un orden establecido desde siempre.

Estos días, el avezado pastor*, está algo inquieto, porque ha notado algún movimiento extraño en alguna de las manadas.

Divisa algo inhabitual en uno de esos hondos valles, aunque la bruma le impide determinar con precisión, la gravedad del movimiento.

Pareciera, que una oveja negra, ha cambiado el paso y ya no sigue a la manada, y estas, en vez de abandonarla y dejarla que se dirija a una segura muerte- normalmente, si el inhóspito clima y las alimañas que pululan por la región no acaban con ella, el único y certero disparo del Numa plasmará un destino ya escrito con antelación-, el resto del rebaño la mira con inquieta expectación.

Los perros mastines elevan su mirada, para interpretar la voluntad de su amo.



Aquí en Ávila, el Numa, nuestro Numa, ese Numa que también somos-porque con nuestro miedo, "lo espejamos"-, está conformado por gente como Antolín Sanz-el jefe de los caciquillos-, Agustín González/ Caso Bankia - un pastor astuto, invisible, pero "voraz"-, Sebastián González / Caso GürtelDíaz de Mera- rancia casta-, y hasta el oscuro, evasivo, y con perenne aspecto a "seminarista", Ángel Acebes/ Caso Bankia.

En términos políticos, la guerra civil fue una nota al margen en estas tierras, porque al igual que en Mantua, salvo algunos maquis perdidos por la sierra de Gredos, nada perturbó el orden establecido desde siempre; muchas de las familias que antes controlaban el poder, siguen formando parte de la casta establecida que ahora lo controla.

Luego de la guerra, durante "el minuto" previo a la fragua de la "gatoparda" transición, el NUMA tuvo que sacudirse durante unos segundos de su pereza, y luego de un leve refunfuño ante un acontecimiento que necesitaba de su intervención, efectuó un único y preciso disparo; aquí en Navaluenga, eso se sustanció en una desproporcionada "invasión" de las fuerzas del orden, ante una protesta popular que ya se había sosegado. 

Por aquí sus perros mastines han tenido poco trabajo.


Los mastines perros, son los caciquillos de los pueblos, que ante la irrupción de algo nuevo y desconocido-en este caso PODEMOS-, miran a su amo, para saber como actuar, porque sin sus indicaciones, los pobres siempre estarían perdidos.

Han perfeccionado de tal modo su capacidad adivinatoria, que con solo oler en los raídos pantalones del Numa, pueden percibir los matices que "perfuman" el primer orín que ha meado su amo de madrugada.

No esa una cuestión baladí, porque su amo "piensa" con los riñones- pensamiento adecuado para propagar esa mala digestión que es nuestro "eterno," caciquismo-, y al percibir que su Numa a bebido cazalla, saben que el día será más duro-habrá que sujetar al rebaño-, y si de su orín no emanan unos efluvios tan ácidos, y hasta se escapa un levísimo dulzor, es que ha bebido anís, y quizás suelten algo la cuerda.


Huelen y huelen el, y, a orín, porque no tienen criterio propio, y necesitan conocer que letanía deben repetir.

Últimamente proclaman solemnemente: PODEMOS es ETA, son izquierdistas extremos, quieren convertir nuestro país en un clon de Venezuela, y vienen a comerse a los niños.


Pero no lo olvidemos, mientras tengamos miedo, mientras pensemos que un seco y único disparo nos sentenciará desde lo alto de un risco, nosotros también seremos una de las caras del Numa, porque el Numa, es ante todo, un estado mental, un reflejo de nuestro miedo. 


Sin ese miedo, el Numa y los mastines perros, se disolverían como azucarillos en nuestro primer café de la madrugada.



Gonzalo Quiroga Arzeno.


* Me he permitido agregarle esta función, porque una de sus principales labores, es la de vigilar, y la metáfora del rebaño-sociedad-, y la vigilancia, simplemente me venía bien para lo que pretendía contar.

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