Páginas

domingo, 6 de octubre de 2013

Terapia para un ecologista o persona comprometida ( Si no se incluye en este grupo, no lea este "rollo patatero")


Resulta que en el mismo instante en que se está produciendo un peligroso escape de agua radioactiva, rajoy dice que en fukushima está todo bajo control, y los ciudadanos, más allá de algún chascarrillo, no nos indignamos; te das un paseo por la ribera del río y te encuentras con un basural, luego te enteras que continúan quemando basura, o que echan veneno para "limpiar" el camino que se dirige hacia "La Muela" y nos dejan una tierra apenas cubiertas por unas hierbas amarillentas y ralas,..., y  todo bajo el mandato de un alcalde que fue concejal de medio ambiente.

Que más da, cuando la política se convierte en una farsa, cualquiera puede representar lo que sea, y hacer todo lo contrario de lo que por su cargo se le supone; como si lo nombran experto en la mística teresiana, no?, da igual, porque hemos asumido el cambalache.

Y no nos escondamos en los políticos, para la mayoría de nuestros vecinos, el cambio climático es algo muy lejano- aunque a sus pobres nietos les tocará lo peor, y sobre todo en la península ibérica-, y separar la basura es un rollo que casi nadie quiere asumir.

Esa actitud es perfecta para los farsantes del "todo pasa", "siga, siga", y del "hagamos como que nos importa".

Por si faltasen motivos para el desasosiego, en el mundo del ecologismo o la ecología política, también hay algunos vendedores de "lucesitas de colores" y de quimeras varias; aunque aquí quizás exagero algo, porque son muy pocos y cada vez se los detecta más fácilmente.

Es difícil escapar a un modelo globalizado, que lo impregna todo.

Ante esta perspectiva, y para no caer en el desasosiego, muchos han optado por refugiarse en su estrecho ámbito familiar, y son refractarios a cualquier participación pública.

Puedo comprender su actitud, aunque no la comparto, y les diré porque:

Percibo una cierta ansiedad, y una cierta fragilidad de carácter, que nos llevan a deprimirnos con bastante prontitud, y a refugiarnos en un "muy sistémico" individualismo; lo puedo comprender, buscamos "cuidarnos", y nos sentimos avasallados por el aparentemente invencible "rodillo" del modelo imperante.

Nos importa mucho que nuestro esfuerzo redunde en un "éxito", de lo contrario preferimos no actuar y reservarnos, esto también es "muy sistémico", porque ahora no hacemos nada motivados solo por razones éticas, y necesitamos "resultados"; quizás pusimos muchas expectativas en el pasado-por ej. generación del 50- y "nos quemamos", o nacimos sin espíritu crítico y somos "puro sistema"-muchos jóvenes actuales-.

Hay poca épica y poco espíritu de sacrificio;

Por el contrario, creo que cierto grado de altruismo te da cierta paz, y que aunque parezca contradictorio, "te cuida" mejor; cuando has dicho algo que molesta al poder, cuando te han evitado o te han dejado de saludar por ello, cuando te ha dolido,  cuando luego has comprendido ciertas miserias, y has logrado superarlo, sientes un bienestar renovado, te sientes mucho más libre, relativizas más ciertos miedos infundados, y "has ampliado y reafirmado tu personalidad".

De alguna manera nos han vendido la falsa contradicción entre la "participación en lo público" y la "paz interior", donde esta última vendría condicionada por un muy sistémico repliegue, y no por una natural expansión; si esta es la condición para encontrar un equilibrio emocional, este esta asentado sobre unos cimientos muy precarios y antinaturales, y le dejamos el terreno despejado a "otros" para que "nos construyan" un mundo en el que solo nos cabe adaptarnos a sus reglas de juego; un mundo globalizado en el que a diferencia del de Diógenes, ya no nos queda ni el espacio de "un barril".

Por otra parte, a veces nos cuesta resolver ciertas contradicciones, entre nuestras creencias y ciertas formas de vida que en algunas ocasiones debemos adoptar.

En fin, les cuento cual es la forma de encarar el problema que a mí me sirve para continuar "en la brecha":

Lo primero es intentar comprender que es imposible "ser", sin reconocer que estamos conformados, y por tanto "somos", en relación con "lo otro"-naturaleza-, pero también con "los otros"; es imposible entender nuestro ser, sin relacionarlo con nuestro "estar en y estar con".

Y ya que he decidido darles "el tostón" con un "filosofar de andar por casa", les voy a dar el definitivo motivo para abandonar este artículo:

El humanismo cristiano, a través de la "compasión"- que primero es "comprensión", y este es el matiz que quiero resaltar-, nos da una cierta vía libre hacia cierta felicidad o estabilidad emocional; compasión con los otros, y por tanto, con nosotros mismos; si te sientes agredido por algunos personajes cerriles, que utilizan argumentos de segunda mano, y repiten siempre los mismos esloganes que convienen a su mezquindad y a la estrechez de sus mundos, debes responder y argumentar pero nunca indignarte.

Si te compadeces de esa persona, que quizás no tuvo la oportunidad de elegir otra mirada, o de informarse según unos criterios que excedan su inmediato interés personal, quizás puedas actuar públicamente y no sentir tanto la dureza de cierta realidad áspera, cutre y mezquina.

Compadecerte no quiere decir que no le respondas- cualquiera que me conozca...-, y que incluso hagas uso de la ironía, compadecerte te sirve para no ver a un execrable monstruo en ese personaje, para no "envenenarte", y para poder comprender que es un producto de determinadas circunstancias; repito, responder con firmeza, pero no demonizar.

Un ejemplo:

Piensa en un mal político.

 Desnúdalo.

Observa su mezquindad, su ser taimado, su mediocridad y su recién sobrevenida seguridad y agresividad.

Puedes comprender que por sus circunstancias vitales, es un hombre sin un criterio ético propio, y que como ve colmadas sus expectativas en su nueva vida y en "su recién estrenado estatus", se defenderá como gato pansa arriba. Aquí está la encrucijada más importante, donde el compadecer "comprende" las circunstancias, y  te libera para responder desde otro lugar, sin hacer hincapié en las circunstancias personales.

La respuesta, por tanto, tiene que apuntar a las circunstancias políticas e institucionales-sectarismo, corrupción, mala administración, etc-, porque la compasión/ comprensión, te ha liberado de la personalización, y del execrable e inabarcable monstruo.

La dupla compasión/comprensión no te dicta poner la otra mejilla, por el contrario, debes responder de forma justa y firme, de acuerdo a tus criterios éticos; esto, te lo puedo asegurar, tiene un efecto liberador, y apuntala "una plena forma de ser y estar en este mundo".

Si, aún así, continúas frustrado por la falta de comprensión y de compromiso por parte de tus semejantes, me parece importante el matiz que viene a continuación.


Quizás el ecologismo también converge con la religión, en que promueve una cierta ética, que nos acerca a cierto "desprendimiento y compromiso"; yo creo que esos dos valores, también nos acercan a una cierta felicidad, o mejor, a un cierto equilibrio y apacibilidad vital.


Nada, los dejo, esto comenzó con unas frasesillas de filosofía de "andar por casa", y lo que es peor, terminó pareciéndose a una "manualsillo de auto-ayuda".

 Pero a mí, me ayuda a estar en este mundo.


Gonzalo Quiroga.







2 comentarios:

  1. Sea en nuestro ámbito familiar, o en un ámbito más público, pienso que somos responsables de lo que hacemos y lo que omitimos hacer, lo que expresamos y lo que callamos, lo que compramos, cómo tratamos a los otros, a nosotros mismos, a la tierra, etc. A mi también me gustaría encontrarme con más gente con convicciones éticas y el valor de vivir de forma coherente. Aunque pienso que hay MUCHOS caminos distintos, y es importante que cada uno de nosotros encuentre el suyo.

    ResponderEliminar
  2. Como ya hemos hablado mucho de esto, solo quiero comentarte algo; obviamente que todos los caminos son respetables, pero yo creo que los de la participación pública redundan en unos mayores beneficios sociales; pero, sobre todo, me interesa buscar las causas por las cuales mucha gente que en su momento entrego mucho su tiempo y su energía ahora no lo hace; intento pensar, no tanto en la frustración que le llevó a dejarlo, si no en las expectativas que colocó en su acción; quizás, la cuestión reside más en esto último, y sobre lo que intento reflexionar, es sobre como modular o colocar esas expectativas; quizás, y solo quizás, si naturalizamos el compromiso público, si lo integramos dentro de nuestras actividades corrientes, y por tanto no le ponemos plazos, podremos evitar ciertas frustraciones; naturalizar esa actividad, en el sentido en que los griegos antiguos, con todas las contextualizaciones que le pongamos a esa lejana experiencia, lo hicieron.

    Vuelvo a repetir, estoy de acuerdo con que hay muchas formas y todas son respetables, pero lo único que me pregunto, y que solo me pregunto, es que si alguna de esas búsquedas del equilibrio o paz interior alejadas de la natural participación y opinión, no es más una muy sistémica respuesta a ciertos miedos y frustraciones relacionadas con sus convicciones políticas; o mejor, ¿porqué la participación en lo público-la que sea-, que para mí-y no solo para mí, porque es un cuestionamiento y preocupación constante de sociólogos, filósofos, politólogos...-, para alguna gente con convicciones, no es el hecho natural que debiera ser. En fin, nada nuevo.

    ResponderEliminar