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lunes, 15 de octubre de 2012

VISTO Y OIDO

            Hace tiempo que quería hablaros de unas cuentas películas que he visto últimamente y que creo que merecen la pena. La primera de ellas es la ópera prima de una directora noruega llamada Anne Sewitsky. El título original es “Happy, happy” aunque aquí la hayan estrenado como “Siempre feliz”. Narra la historia de una profesora de instituto casada y con un hijo cuya vida da un vuelco a raíz de conocer a otra pareja de noruegos que vienen con su hijo adoptado a instalarse en la casa de al lado. Cuenta en tono de aparente comedia cómo muchas veces nos convencemos para conformamos con  llevar vidas de “aceptable” bienestar (reprimiendo fantasías y sin pronunciar ciertos deseos) hasta que de repente pasa algo o viene alguien a mostrarnos lo que nos estamos perdiendo…


La segunda película es alemana, se titula “Silencio de hielo” y  está dirigida por Baran Bo Odar. En principio es un thriller centrado en una investigación policial en torno al asesinato de una niña cometido en el mismo lugar y circunstancias en los que se cometiera otro de otra niña veinte años antes. Mezclando a los protagonistas de las dos tragedias, víctimas y verdugos, la película plantea interesantes reflexiones en torno al sentimiento de culpa,  la posibilidad de redención y la soledad.
Ahora le toca el turno a los franceses. La primera recomendación es “Los nombres del amor” (Michel Leclerc), una película cuya sinopsis argumental (solterón maduro y cuadriculado conoce y se enamora de joven alocada) podría espantarnos inicialmente a no ser que uno sepa que en realidad la historia de esta pareja es una excusa para efectuar un repaso plagado de humor inteligente y ágiles diálogos sobre la sociedad francesa y su historia desde los años 40 hasta hoy. La otra francesa que no debéis dejar de ver es “El nombre” (Matthieu Delaporte y Alexandre de La Patellière), que cuenta cómo una velada de amigos de la infancia y familiares que celebran la futura paternidad de uno de ellos acaba estallando en un entramado de conflictos a raíz de una broma pesada en torno al nombre del futuro bebé. Con aire de comedia se cuestiona el significado de la amistad y la institución familiar, el papel de la mujer o la conciencia social.

Para acabar (por el momento), mi favorita, “The deep blue sea”, dirigida por el británico Terence Davies y protagonizada por una soberbia Rachel Weisz. Basada en un drama de Terence Rattigan habla de un triángulo amoroso sin buenos ni malos, donde cada cual obtiene su justificación y ninguno la clase de amor que anhela. A ratos pura poesía visual crecida con una preciosa banda sonora (Concierto para violín  del compositor americano Samuel Barber).


M.T.G.V.
 
                                                                                            




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