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martes, 9 de octubre de 2012

El auto del juez Pedraz y la Defensora del Pueblo


     La semana pasada el juez de la Audiencia Nacional Santiago Pedraz presentó su auto mandando archivar la causa contra los convocantes de 25-S, al concluir que no habían cometido ningún delito. http://www.eldiario.es/politica/destacado-auto-Pedraz_0_54594840.html
     En el auto también hizo una mención a la “decadencia de la clase política”, una mención que ha causado mucho revuelo.

     A estas alturas, las descalificaciones que le han llovido al juez desde personas del PP no sorprenden tanto. Lo que sí me choca es que la “Defensora del Pueblo” Soledad Becerril está contemplando “actuar de oficio” contra el juez por su comentario.

     Primero, una definición: “De oficio” significa que un funcionario o un organismo tiene tiene la obligación de investigar e intervenir al conocer que se ha infringido una norma (o esto es lo que he entendido).

     Más información básica: la función de la Defensora del Pueblo es proteger los derechos y libertades públicos de los ciudadanos, los cuales están recogidos en el Título 1 de la Constitución (que es la parte más bonita, y a la que menos referencia hacen los políticos de esta Ley de leyes...). Incluyen por ejemplo el derecho a la vida y a la integridad física y moral (que uno no pueda ser sometido a tortura o a un trato degradante), al trabajo, a la seguridad social, a una vivienda digna, a un medio ambiente adecuado, al acceso a la educación y a la cultura, a la intimidad, y la libertad de expresión, de reunión y asociación.

     Recordando esto, al menos a mí me resulta fácil estar plenamente de acuerdo con el lector de el diario.es, que el otro día comentaba:

     “¿Y no se le ha ocurrido a la defensora del pueblo actuar de oficio en defensa de los cientos de pacíficos ciudadanos que se han visto brutalmente agredidos por el excesivo celo de ese instrumento político que es la policía "armada" cuando ejercitaban su fundamental derecho de manifestación, o de las miles de familias que cada día son privadas de su también fundamental derecho a una vivienda digna debido a la inhumana e insaciable voracidad de los bancos, o de los cientos de miles de honrados trabajadores que han perecido bajo las garras de una reforma laboral decimonónica y esclavizante que les impide cumplir con su constitucional deber de trabajar, o de las decenas de millones de esforzados contribuyentes que observan inermes cómo los caudales públicos son sistemáticamente malversados...?”

     También es fácil pensar que las personas que ocupan este cargo están bastante alejados de la gente en general. Soledad Becerril es una marquesa, ex alcaldesa de Sevillo por el Partido Popular. Y la que ahora ha sido cesada después de ejercer el puesto de forma interina durante unos dos años, María Luisa Cava de Llano, ha solicitado del Congreso (que lo ha aceptado) una pensión de indemnización de unos 170.000 euros (tenía un sueldo de 107.000 euros anuales).

     Referente a la “decadencia de la clase política”, quizá sea un error generalizar, pero desde luego la situación de la democracia está bastante negra. Para terminar, un extracto de un artículo de Ignacio Escobar:

“...Lo que debería provocar un consenso urgente entre los partidos políticos no es la respuesta corporativista contra el juez Santiago Pedraz, sino un plan urgente contra esa decadencia de la política, antes de que el divorcio con la ciudadanía vaya a más y sea irreversible.
No es admisible, por ejemplo, que uno de cada cinco parlamentarios del Partido Popular en las Cortes Valencianas esté imputado por corrupción. O que el Bundestag alemán haya votado y debatido el rescate a España, pero no lo haya hecho el Parlamento español. O que el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, tenga tiempo para hacer campaña en las elecciones autonómicas de Galicia y Euskadi, pero que se vaya a pasar un mes sin explicar en el Congreso su gestión. O que España sea casi el único país occidental que no tiene una ley de transparencia (o que el proyecto que está sobre la mesa sea opaco en su elaboración e inútil contra la corrupción por su tibio desarrollo).”

(Lena)

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