Interesantísimo e
importantísimo me resulta la revista La Marea este mes, con su dossier sobre la
corrupción en España. Aunque no lo titulan así, sino “El régimen del 78: el
árbol podrido” (en la portada) y “El poder político, fuera de control”. En una
decena de páginas buscan descifrar el porqué de tanta corrupción –
describiendo al árbol que lleva tantas “manzanas podridas”.
No resulta raro que
muchos nos perdemos en los casos Noos, operaciones Púnicas, y negocios turbios alrededor de bancos y
cajas y urbanizaciones y campos de golf...considerando que actualmente hay
1.900 imputados en causas abiertas contra la corrupción (entre ellos
exvicepresidentes del Gobierno, exministros y exsenadores, el expresidente del
patronal CEOE, alcaldes y altos cargos regionales, la infanta Cristina y su
marido...). Pero justo por eso me ha resultado tan interesante leer estos
análisis del fenómeno.
Para leer el dossier hay
que comprar la revista, y así contribuir a que siga publicándose. Me parece una
de las mejores cosas que se puede hacer si uno realmente quiere conocer y
entender la realidad política-social-económica (una suscripción de medio año
vale 17,50 euros).
Algunas citas del
dossier:
“...la percepción de
la sociedad ha evolucionado desde los “hechos esporádicos”, como el despacho
del hermano de Alfonso Guerra (PSOE) y el caso de tesorero Rosendo Naseiro (PP)
durante la década de 1980, a una vision más general que incluye las puertas
giratorias, la financiación de los partidos y los tratos a favor a determinadas
empresas. Con una puntualización necesaria: la corrupción está instalada entre
las élites pero no entre la mayoría de los funcionarios (...).
Esta situación, sumada al declive de los
dos grandes partidos, sitúa a lo que cada vez más actores políticos y sociales
señalan como el “Régimen del 78” en una posición crítica. Uno de los factores
fundamentales del problema es la politización de las instituciones del Estado.
Los principales cargos del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el
presidente del Tribunal Supremo, la jefatura de la Policía, los Tribunales
Superiores de Justicia, entre otros órganos encargados de controlar delitos como la corrupción, son
elegidos por los principales partidos. “La separación de poderes queda
totalmente difuminada”, certifica Javier Tajadura, profesor de Derecho
Constitucional de la Universidad del País Vasco...”
“...En un informe de 2011, la organización Transparencia
Internacional examina y compara prácticas en 25 países. Todos muestran
deficiciencias, pero algunos más que otros, especialmente los estados del sur
del continente, donde han proliferado casos de corrupción como en España (...)
La corrupción a menudo
se manifiesta en prácticas legales pero poco éticas que resultan de normas
opacas para regular el lobby, el tráfico de influencias y las puertas
giratorias entre el sector público y privado (...)
Para contener y luchar contra la corrupción
hace falta la combinación de varios elementos, como órganos independientes que
controlan al poder político, una prensa rigurosa y libre de influencias de
partidos o empresas, transparencia en las cuentas públicas, así como
parlamentos que garanticen a la oposición una supervisión eficaz del Ejecutivo...”
(L)
Paul Klee (1879-1940) |
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