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domingo, 17 de enero de 2016

El Rubio.


Casi no conozco "de nada" a Fernando Llorente Arrebola.

Alguna vez leí algo suyo por internet y me gustó, en otra ocasión coincidimos en alguna cuestión relativa a Equo, y luego de algunas llamadas y citas abortadas, finalmente, lo visité con Paola en Talaveruela de la Vera -...o al final fui solo?-, el pueblo donde reside.


El Rubio, como es conocido por muchos, pasó a buscarme en una motoneta , y me guió hasta su finca, donde fuimos recibidos por una formación de gansos en protocolario desfile -o eran ocas, y yo soy algo "ganso"-.


En fin, Fernando no solo es un tipo con una cultura en permanente "cultivo", y sobre todo, puesta al servicio de una activa reflexión -y creo que es sociólogo-, sino que tiene una cualidad que le envidio profundamente: "es un manitas".


Como suele sucederme, había tenido un percance con el coche, y esta vez, no se como, había terminado por romper la tapa del aceite.


Pues nada, en un pif paf el amigo cortó un taco de madera, lo ajusto perfectamente con un alambre, y problema solucionado.


En fin, este hombre de espíritu libre, irónico y reivindicativo, suele dejar algún texto por la red, y aquí les dejo uno:



"El otro días dos de mis amigas más queridos (niña y niño respectivamente) nos preguntaban por el agujero de la capa de ozono... habían oído tiros mezclando las cuestiones del cambio climático y de dicha capa y se preguntaban sobre si para cuando fueran mayores el y ella la atmósfera iba a ser respirable, si en el futuro al que tienen derecho esta tierra suya iba a ser habitable.


Como había un cierto tono de angustia (y quien no haya olvidado su infancia reconocerá que los abismos de la angustia infantil son tremendos) nos apresuramos a paliar su angustia, a calmar sus dudas... o sea que les vendimos la moto, ¡les engañamos en definitiva!.


Además de que probablemente no lo consiguiéramos porque tontos no son, la angustia, en este caso moral, se me vino encima y reactualizó eso a lo que algunos damos tantas vueltas, por el momento inútilmente: el derecho a la vida de las generaciones futuras, y como estamos conculcándolo, como esta economía de la que somos cómplices también nosotr@s (¡la conversación era a bordo de un coche!) es un mal moral absoluto del que sin embargo no atinamos a salir.


Y sigo dándole vueltas a la angustia esta, pensando en que más podría hacer y decir para cambiar este rumbo suicida, me viene a la cabeza esa frase atribuida a Ulrike Meinhof:


" Protesto cuando no colaboro, Resisto cuando me ocupo de que los demás no colaboren" pero en esta guerra contra el clima, contra la naturaleza y contra esa parte de ella que es la humanidad es tan difícil no colaborar!!!."

 Y mientras me entrego a estos abismos morales dominicales oigo yo tiros también... de los cazadores a los que permitimos expoliar el pro-común faunístico y convertir el monte en un campo de batalla todos los fines de semana de invierno y claro: me angustio un poco más todavía, y pienso en los niños, en los animales, en los sueños, en los deseos y los ideales!."


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