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domingo, 6 de septiembre de 2015


"...pero, no entiendo porque te sorprendes, el campo de golf siempre ha sido "una fiesta", para ellos, ¡claro!, o no recuerdas el "festivo" contrato con la fundación de golf-os, y la muy festiva administración del mismo, sin siquiera un recibí escrito en una servilleta, pero, ¡como puede ser que ha esta altura te sorprendas!, si dicen que alguno usaba la máquina de pelotas como su hucha particular, ya sabes, invitar a una chica a comer, comprar una caja de vinos, naderías, "gastos de representación", que se dice, tampoco iban a ser menos que los de la tarjeta black esa..."

El sitio, un pequeño bar alejado de la plaza, es uno de esos lugares donde se puede hablar libremente, siempre que no haya una presencia inoportuna.

Como siempre, nuestro hombre se ha refugiado en un extremo de la barra, y hasta ahora, solo ha abierto la boca para pedir su vino de siempre y un platillo de aceitunas.

"...pues me lo pones a huevo Paco, ¡a huevo me lo pones!, con más razón, entonces, ahora se tienen que cuidar más, luego de aquellas tropelías, y encima algunos no le quitan el ojo al asunto este, pero me sorprendo, claro, como no me voy a sorprender, y ahora, encima me dices que te han contado que sanidad le ha puesto una multa al bar, pues no me lo creo, y lo de la máquina de pelotas, habrá que verlo..."

El dueño, a través de la cristalera, ve llegar a una de esas personas de las que nunca se sabe "con que pie cojean", así que con un chistido y un rápido movimiento de cabeza, les advierte de su llegada; pero el hombre, de unos cincuenta años y de aspecto afable, pide un botellín y tras un par bromas con el dueño, sale a la terraza.

"...pues, seamos generosos, y si quieres, pongamos en cuarentena esas dos cosas, aunque lo de la máquina "de la felicidad" me lo han confirmado tres personas diferentes, pero bueno, que me dices del contrato de arrendamiento del bar, ¡¡¡ 100 euros al año, y con derecho a música y conciertos!!!, y en cambio el anterior soltaba ¡3000 euracos!, claro que no era de su cuerda como este de ahora, y a que no sabes que dijo el alcalde en el último pleno, pues, nada,  que eso lo hacían para "crear actividad en el pueblo y que nadie cumplía las normas sobre la música", a ti te parece que se puede hablar así, y encima haciendo competencia desleal a otros bares, pero tu sigue "erre que erre", siempre dudando, pero si con solo preguntar un poco y ser discreto, la gente te cuenta las cosas, ¡nada, hombre!, !na¡¡da!, tu a lo tuyo, y que siga la fiesta, si al final, como tu dices siempre, es su cortijo, y van a seguir haciendo lo que quieran...."

Nuestro hombre pagó su vino, y al abrir la puerta del bar, los dejó con esta escueta y enigmática frase:



" Al tiempo".



( Texto que reproduce una situación habitual en algunos pueblos que padecen el llamado "caciquismo", encontrado en el quincuagésimo cuarto capítulo del siempre fragmentario e inacabado libro " Famiglia e Omertá")




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