Esta mañana estaba saliendo el agua de la sierra al camino de nuevo, que a las once tenía este aspecto.
Y según lo que me cuenta un vecino, antes de que el sol empezara a calentar había un bloque sólido de hielo, de unos veinte metros por donde uno no tiene otro remedio que pasar.
Pero ha sido una mañana de sorpresas buenas: la primera, que la conexión de internet había vuelto de forma igual de inexplicable (para mí) que cómo desapareció ayer. Y la segunda y más importante: han aparecido aquí Armando, con el concejal Sergio y dos personas más, ¡y van a arreglar dos de los problemas que llevamos algún tiempo sufriendo por esta zona!
Después de una conversación con Seprona, el Ayuntamiento va a mandar a alguien a enterrar un caballo sin dueño que lleva muerto tres semanas a unos dos o trescientos metros de las casas, apestando a cadáver. Y finalmente van a arreglar las cunetas y pasos de agua que la maquina de la Diputación estropeó este verano.
Es decir, hoy el contacto con el Ayuntamiento, y la gestión de éste, han funcionado de forma normal y racional. Y da alegría que alguna vez pasa. Porque aunque busquemos cosas distintas en la vida, y tengamos diferentes visiones en cuanto al futuro deseable para el pueblo y su entorno, hay cosas básicas, ideológicamente neutrales que no deberían causar ningún conflicto. Como el hecho de que todos necesitamos que los caminos sean transitables.
(Lena)
Me alegra mucho que el Ayuntamiento haya respondido como debe hacerlo, cuidando para evitar males mayores.
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