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sábado, 14 de septiembre de 2013

"El derecho a decidir"


En este panorama tan triste de mentiras, injusticias, desigualdades crecientes y brutalidades varias, al menos consuela un poquito leer a alguién que se expresa con claridad y cierto humor, aunque sea negro. Como Isaac Rosa esta mañana, en su artículo de opinión "¿Derecho a decidir? ¡Que esto es España, oiga!:

"...El problema no es solo la posibilidad de que Cataluña acabase independizándose; lo problemático es el propio hecho de que los ciudadanos decidan algo. ¿Derecho a decidir? ¿En España? ¡Pero cuándo se ha visto algo así, que los ciudadanos decidan sobre temas que les afectan!(...)

Qué peligro, el derecho a decidir, deben de pensar nuestros gobernantes. Temen que pase como aquello que decía con humor negrísimo Thomas de Quincey en Del asesinato considerado como una de las bellas artes: uno empieza por asesinar, después le da por robar, de ahí se pasa a la bebida, y al final es capaz de no dar los buenos días al vecino. Pues con el derecho a decidir igual: uno empieza por decidir la forma de Estado, y puede acabar pretendiendo opinar sobre una carretera que atraviesa su pueblo, que una vez se pone la gente a decidir, ya no hay quien la pare.
Que le quede claro a los catalanes de la Diada: el derecho a decidir es incompatible con la democracia española surgida de la Transición. Aquí nunca se ha permitido tal derecho, ni para decisiones grandes ni pequeñas. Y ahí incluyo a especímenes catalanes que reclaman el derecho a decidir, como Artur Mas, que quiere que sus ciudadanos decidan sobre la independencia pero no sobre los recortes sociales. (...)
Hace unos días, por ejemplo, nada menos que el Consejo de Ministros aprobó un acuerdo para impedirque un pueblo de Álava, Kuartango, celebrase una consulta ciudadana sobre el polémico fracking en su localidad. Qué esperaban, como si unos vecinos tuviesen algo que decir sobre una extracción de hidrocarburos que puede contaminar sus acuíferos.
Hace unos meses la capital austríaca, Viena, celebró una consulta para preguntar a sus ciudadanos si querían competir por los Juegos Olímpicos de 2028. La mayoría rechazó el proyecto, y el alcalde aceptó el resultado, aunque la consulta no era vinculante. Y el pasado lunes, los ciudadanos de Oslo hicieron lo mismo, en este caso aprobándolo. ¿Se imaginan algo así aquí? No, aquí encargan encuestas que dan un 91% de apoyo, y te ahorras el engorro de un referéndum...)
(L)

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