A causa de la profesión que ejercen mis padres
he visto muchas ferias durante unos cuantos años y siento decir que me siento
decepcionado tras visitar la estampa seudomedieval que ofreció este fin de
semana la rivera del río. Tras haber presenciado el llamado “Mercado medieval”
me gustaría creer que nadie en el ayuntamiento tuvo algo que ver con semejante
actividad y que tan solo se han limitado a añadirlo al programa de verano sin
calcular las consecuencias; y es que se hacía patente una organización tan
cargada de desidia, apatía y desgana que hacía enrojecer de vergüenza.
Dada la
poca calidad del mercado me parece exagerado llamarlo así y, en un intento de
facilitar la comprensión de lo que para mí supuso, acuñaré un término que creo
más apropiado para esta aberración al buen gusto. Tomando como modelo de
comparación el mercadillo que tenemos todos los miércoles y pareciéndome insuficiente añadir un solo
diminutivo me referiré a él como “mercaditillo”, teniendo en cuenta el escaso
volumen que, a su vez, era inversamente proporcional a la cutrez del mismo.
Pues
bien, decía que el “mercaditillo” medieval careció de gusto y buena
organización. Si lo que se pretendía era resultar hortera se ha conseguido con
creces, pero como no creo que esa fuese su intención principal me siento
desencantado. No me parece que haya que irse muy lejos para encontrar ejemplos
de organización de mercados medievales, ya que el mes que viene tenemos el de
Ávila del que muchas ideas podrían haberse extraído; sin embargo eso supondría
un esfuerzo añadido que los organizadores parecen no estar dispuestos a
emplear. ¡Ojo! No digo que se imite el mercado abulense, pues ni tenemos tanto
dinero ni tantos medios como una capital de provincia. No digo eso pero dejo
caer que con medios escasos podría haberse hecho algo más decente, o por lo
menos eso creo yo. Y es que por mucho que me digan poner cuatro banderines mal
puestos en la Calle Hospital (porque estaban mal puestos) refleja desgana y no
falta de medios.
El
visitante que recorre el paseo de la vergüenza que supone la citada calle llega
a la chopera y se encuentra con una cantidad nimia de puestos cargados de
baratijas que bien podrían encontrarse en el ya citado mercadillo de los
miércoles y que, por tanto, no suponen nada especial (salvo, claro está, por la
vestimenta). Ante mi asombro descubrí que la música de las colchonetas invadía
el ambiente dándole ese toque tan juglaresco a la feria con la Danza Kuduro, la
cual, como de todos es sabido, fue compuesta por el ilustre Alfonso X. Y es que
se supone que en este tipo de mercados (los de verdad, no los “mercaditillos”)
deben llevar una ambientación acorde con la temática. Llámenme loco pero a mí
me parece lógico.
He de
decir que se salvaron algunas cosas como el puesto de quesos, chorizos y demás
y el de las aves rapaces cuyo dueño, según tengo entendido, realizaba algún que
otro espectáculo. No creo que esto pueda esgrimirse como un logro de los
organizadores ya que es lo que se espera de estas actividades y la consecuencia
lógica de una organización decente que este “mercaditillo” desconoce. Se puede
aducir que los puestos eran de corte medieval e, incluso, que algunos de los
feriantes vestían ropajes dignos del más pintado de nuestros medievales
antepasados; pero de nuevo añadiré que es lo esperable.
Lo
último que quiero señalar son los paseos en burro que me despertaron un suspiro
de abatimiento y que fueron la puntilla a la serie de catastróficas malas
decisiones. No digo que no se hiciesen actividades de paseo en burro, (que
tienen tanto de medieval como el ambiente del pueblo en esos días) ya que me
parece una actividad bonita para los turistas; pero me rechina el hecho de que
la palabra burros aparezca en el cartel que anunciaba el mercado en la calle
principal. Quiero decir: ¿burros? ¿Es eso lo característico del “mercaditillo”
medieval de Navaluenga? ¿Los burros? ¿No la cetrería o la calle hospital con su
profusa decoración? ¿Los burros? Cuando vi eso sabía que no podría pedir peras
al olmo; que no habría espectáculos de juglares, de tiro con arco o quizá una
pequeña representación de esgrima, en definitiva: que más me valía eliminar
ilusiones acerca de algo realmente bien hecho.
No sé
quién es el concejal o concejala responsable, pero tiene mucho trabajo por
delante para enmendar estas cosas (aunque he de decir que ejemplos no le
faltarían, ya que se realizó durante dos años una feria monográfica de cerámica
con notable resultado y de la que nunca más se supo). Y es que, a modo de
conclusión me gustaría señalar que este pueblo, pueblo en el que me he criado y
del que me siento parte mucho más ahora que pasa por momentos difíciles, tiene
un potencial enorme para realizar cualquier tipo de actividad cultural. No se
requieren grandes proyectos, simplemente buenas ideas y estoy seguro de que más
de un vecino las tiene. Como digo, Navaluenga me parece que tiene el potencial
necesario para gestionar cada verano un paquete de actividades culturales que
sean la envidia de la zona y que atraigan un turismo más respetuoso que aquel
que traían las despedidas de soltero, con las cuales ahora nos lamentamos. Me
parecen acertadísimas, por ejemplo, cosas como la feria del melocotón o la
jornada de matanza. Pero lo mismo que se pone empeño para ellas debería ponerse
para todo lo que se hace, porque como se suele decir: para hacer las cosas mal
o a medias, mejor no hacerlas.
Daniel San Miguel Gamero
La verdad es que estoy de acuerdo contigo, creo que la artesanía y el espectáculo en si mismo tienen el suficientemente peso para no tener que mezclarse, y que cuando se hace por otra parte...¡tiene que estar bien hecho!
ResponderEliminarDe todas maneras me lo tomo como una variedad más de absurdo social...
Turismo cautivo, sarao fácil, política de bajos vuelos, en fin, para que se van a tomar el trabajo de organizar una buena feria si con un espectáculo cutre les alcanza.
ResponderEliminarEstoy en desacuerdo con tu opinión sobre la feria del melocotón, quizás ser equidistante no es repartir una de cal y una de arena, significa, simplemente, ser justo.
La feria del melocotón es una farsa y una estafa, como expongo en el artículo que está un poco más arriba.
Saludos, y felicitaciones por tu artículo, y tú valentía al firmar.
Gonzalo Quiroga.
P.D: Tienes abierto el blog para escribir lo que quieras cuando quieras,
Muchas gracias por tu apoyo Gonzalo. Por mi parte estoy completamente a favor de la labor que estáis realizando para intentar mejorar el pueblo. Se agradece que después de tantos años de oscurantismo empiece a verse algo de luz; así que felicidades. Y siempre que se me ocurra algo que comentar este blog hará las veces de altavoz, tribuna y ágora, funciones que, hasta ahora, ha ido adquiriendo.
ResponderEliminarDaniel San Miguel.
P.D: Acabo de leer los comentarios, por ello el retraso temporal.
Nada, gracias por el apoyo, y cuando quieras, ya sabes, tienes el blog a tu disposición.
ResponderEliminarSaludos,
Gonzalo.