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domingo, 17 de febrero de 2013

Los "pijos orteriles" de la política y "nosotros"


Como los veo en nuestro pueblo y en el resto de España paseando sin disimulo su recién adquirido estatus social-cambian sus coches, formas de vestir, e incluso, a veces, de expresarse-, ganado a costa de lucrarse aviesamente con su actividad pública, me gustó mucho lo que dijo Borja Semper (Presidente del pp en Guipúzcoa):


" Hay que echar con una patada en el culo a los que se meten en un partido para hacerse pijos con la política".


Estoy de acuerdo con Borja, debemos hacer sentir nuestra sanción social y dejar de ser contemplativos con esa gente; y en los pueblos es donde más cuesta tener una actitud gallarda ante estos "personajillos de opereta".

En gran medida somos culpables de su reproducción porque por diversos motivos- conveniencia, miedo, incomodidad social o algún pecadillo menor que nos inhibe de actuar-,  no nos atrevemos a sancionarlos socialmente.

Muchas veces nos enfadamos con quien ventila sus verguenzas en público, y casi nunca nos enfadamos con quien se ha enriquecido de forma muy sorpresiva y compromete nuestro futuro material y moral.

Quizás nos molesta porque no nos animamos a decir nada sobre alguien que es un vecino, o nos puede perjudicar en algo, o simplemente no nos escandaliza su conducta.

Es muy común que le soltemos al molesto hablador algo como: " Y tu que pruebas tienes, muéstrame los documentos, no se puede hablar sin pruebas".

Así que resulta que el corruptillo de turno se enriqueció de un día para otro, se compró el mercedes más grande que encontró en plaza, y como suelen ser bastante orteras, también lo acompañó con el rolex de oro más relumbrante del mercado. Pero el escrupuloso interlocutor nos pide pruebas.

Mire Mr. Escrúpulo Sobrevenido el sistema es tan "legalmente" opaco y hay tan poca curiosidad ciudadana que muchas veces es imposible encontrar el "revolver humeante", pero si el tipejo se enriqueció durante su gestión, es él y no yo el que tiene que mostrar sus cuentitas.

Me troncho de risa cuando decimos que nos preocupa mucho el futuro de nuestros hijos; pues amigo, si tal señor se lo está llevando crudo y arruinando el patrimonio común, y tú no tienes "agallas" para hacer algo, quizás te preocupa el futuro de tu vástago hasta donde te obliga a "ponerle el cuerpo" a ciertas situaciones incómodas.

También me resulta hilarante la actitud de algunas "bellas almas progresistas" que se indignan tan profundamente-que en el "culo les sale una flor"- por estas cosas tomando su tesito de las cinco de la tarde y citando a Derrida.

Claro, es incómodo "significarse" y aguantar el desplante de alguno, la mirada desconfiada y el que te retiren el saludo, pero entonces le recomendaría que no se enoje tanto con Bárcenas porque a pocos metros-y en nosotros mismos- tenemos nuestros "minibarcenillos" locales. Lo primero que puede hacer para quitarse de dudas es pedir alguna información, y si no le quieren responder puede comenzar a desconfiar.

No es usted el que está agraviando a alguien, usted es el agraviado por alguien que le niega sin ningún derecho lo que le corresponde.

En fin, no sé si antes o después, pero el cambio llegará "necesariamente" también a nuestros pueblos.


Gonzalo

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