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domingo, 20 de enero de 2013

Bárcenas y nosotros


Una maquinita bastante paranóica, que no para de matizar, procesar y adelantarse al pensamiento del otro, que permanentemente analiza el contexto y mide sus mensajes, que es capaz de bailar sobre un charco y presentarse impecable a las galas de palacio, un ser necesariamente taimado, que es capaz de fumar sumergido en el agua, alguien que se mantiene frío y sonriente cuando otros sudan de los nervios,  un corredor de carreras de larga distancia que a logrado llegar a la meta.

Esa podría ser la definición de un político de alto nivel, como Rajoy, Aguirre, Cascos, Mato, Acebes, Cospedal, Arenas y Aznar.

La enumeración de estos nombres no es casual, todos ellos junto con el director de "El Mundo", forman parte de la representación que estamos presenciando en estos días, y que en la cartelera de los teatros se anuncia como "El caso Bárcenas".

Vista la definición que he realizado sobre esta clase de políticos, creo que nadie puede dudar sobre mi postura acerca del conocimiento o desconocimiento por parte de los mismos del mecanismo de financiamiento del partido en los últimos veinte años, incluídos los "familiares aguinaldos" disimulados en discretos sobres.

Rajoy lleva su pragmatismo político y su resilencia hasta grados extremos, su dos lemas podrían ser: "Todo pasa sin que me mueva", y "La realidad es la única verdad, así que con estos bueyes debo arar". Esta mentalidad le ha servido en muchos casos, pero esta vez no ha funcionado; ha dejado que el caso Bárcenas se pudra y explote dentro de Génova 13, y esta es una oportunidad que no dejaran pasar Aguirre y el pintoresco Pedro.J, su gran aliado mediático.

Justamente Aguirre que tan "inocentemente"prohijó la trama Gürtel en su seno, ella, un personaje tan íntegro que no tuvo nada que ver con las turbias maniobras que la auparon al poder- caso tránsfugas-, ni sospecha que el ático de su delfín puede apestar bastante a Gürtel, y que por casualidad se retiró cuando todo su castillo, armado a base de una buena política comunicacional y de "mucha burbuja", se desmoronaba mostrando toda la mentira sobre el que se construyó.
Unos minutos después de escuchar su renuncia, escribí un artículo donde volcaba todas mis prevenciones sobre la honestidad de la misma; fuí criticado por ello, no debía prejuzgar sobre sus íntimas motivaciones, de igual forma cuando escribí sobre la cándida Ana Mato y su desconocimiento del enriquecimiento de su marido- coches de lujo, viaje carísimo a Suiza, etc-, y el "angelical" Acebes y su connivencia con el turbio statu quo abulense y sobre su responsabilidad en la auditoría de bankia; todos ellos están inmersos en este baile, y ayer, en un programa como al "Rojo Vivo", donde participaron unos periodistas tan sospechoso de radicalismo de izquierda como Eduardo Inda- "El Mundo"- y Paco Marhuenda- director del periódico oficialista "La Razón"-, se ventilaron estos asuntos sin ninguna precaución.

De todas formas y más allá de aprovechamientos políticos puntuales-Aguirre vió sangre y acecha-, creo que estamos viviendo una etapa "crucial" y apasionante de nuestra historia política, y que se avecinan cambios donde la transparencia- "attenti" Alcalde- y el control ciudadano se terminarán imponiendo.

Pero para acelerar esos cambios debemos dejar de hacernos los distraídos y poner un poco el cuerpo.

No nos hagamos los tontos, todos hemos sido un poco cómplices de Bárcenas, porque hay muchos pequeños Bárcenas pululando por nuestros pueblos. Ahora nos indignamos y manifestamos nuestra opinión abiertamente, ¿pero lo hacemos, o "lo hicimos" cuando la corrupción la veíamos pasar por la ventana?.

Aquí quiero rendir mi homenaje a alguien que casi en solitario lo hizo con especial eficacia contra ciertos "mamarrachos" urbanísticos en estos lares y tuvo que pagar por ello alguna injusta y cobarde consecuencia; como le he dicho en broma alguna vez: "es fácil pertenecer a un  grupo de bellas almas progresistas indignadas contra la corrupción y el sectarismo mientras tomas un sabroso té a las cinco de la tarde".

Una pequeña disgreción; yo no escribo para caer simpático, y creo que si algo me sostiene- "o me hunde"-, ese algo  es una sinceridad radical, supongo que por ello me leen algunos. Quizás también escriba para compensar de alguna forma la falta de aquellas apasionadas tertulias con los amigos de buenos aires, y porque a pesar de cierto pesimismo antropológico, siempre creo que un "cachito" se puede cambiar.





Ver: "Aguirre: Se va para volver en helicóptero?" y "La Cloaca" en Política y Economía, sobre Aguirre y Mato y "El desmayo de Acebes" en Política Local.

Enlace con buen artículo(Manuel Jabois) de "el Mundo" de hoy: http://www.elmundo.es/elmundo/2013/01/20/opinion/1358655499.html





Gonzalo Quiroga





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